Se conoce como Llanos
de Apan a una región del altilplano mexicano compartida por el
estado de Hidalgo, el Estado de México, Puebla y Tlaxcala,
localizada a 60 kilómetros al norte de la Ciudad de México.
Esta región posee una antigua historia
que se remonta hasta tiempos prehispánicos cuando en la zona
existían importantes núcleos de población teotihuacanos y toltecas
que desarrollaron en estas tierras el cultivo de varias especies de
plantas, entre las que destaca particularmente el maguey, cuyo
nombre en nahuatl significa el árbol de las maravillas. Este
calificativo no debe sorprendernos al conocer que de esta planta se
extraía una amplia gama de productos que van desde cuerdas,
textiles, papel y materiales de construcción hasta el pulque, la
bebida nacional de México.
Con la llegada de los conquistadores
españoles, estos se repartieron parte de las tierras de la región
gracias a las mercedes reales y al sistema de encomienda, dando
inicio paulatinamente al surgimiento de las haciendas.
Las haciendas son grandes propiedades
agrícolas que representaron durante la época virreinal y el siglo
XIX, la unidad productiva del campo mexicano. A través de ellas se
administraban los productos del campo desde su siembra hasta su
venta en la ciudades cercanas. En los Llanos de Apan las
haciendas estaban enfocadas a la producción del pulque con el que se
abastecía la demanda de los estados vecinos. Con el devenir del
tiempo estas propiedades fueron acumulando grandes riquezas que
quedaron patentes en sus magníficas y sobrias construcciones
caracterizadas por su planeación enfocada a la eficiencia de la
producción pero también al disfrute de sus dueños, incluso algunas
de estas propiedades se podrían considerar como el equivalente
mexicano de los palacios y castillos europeos.
Con el paso de los años, este sistema
generó fuertes problemas sociales debido a la concentración de
tierras en muy pocas manos y a las condiciones de inequidad en las
que laboraban los campesinos indígenas que las trabajaban, generando
revueltas que alcanzaron su eco en la Revolución Mexicana, tras la
cual, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se abolió el sistema de
haciendas en todo el país, quedando muchas de estas propiedades
abandonadas. En
la actualidad los Llanos de Apan nos sorprenden con sus hermosos
paisajes de cultivo que se extienden por kilómetros así como por los
restos de sus haciendas, algunas de ellas convertidos en hoteles
donde se puede gozar de todas las comodidades y disfrutar sus bellos
espacios. Entre las haciendas pulqueras de la región se encuentran
la
Hacienda de Xala, la
Hacienda de San Lorenzo (cerca de Emiliano
Zapata),
Hacienda San Francisco Ocotepec (cerca de Apan), la ex
Hacienda de San Miguel Ometusco ahora convertida en hotel, entre
otras. Debido a
su cercanía con la Ciudad de México, se puede realizar una excursión
de un día a esta región visitando sus haciendas y poblados como
Tepeapulco,
Apan y Otumba, y como visitas obligadas el
Acueducto del
Padre Tembleque, uno de los más importantes del país, cerca de
Tepeyehualco así como el convento del siglo XVI de Acolman, uno de
las primeras construcciones cristianas de México.
Para llegar a los Llanos de Apan se
puede tomar la carretera que va de la Ciudad de México a Teotihuacan
tomando la desviación a Ciudad Sahagún. Gran parte de la belleza de
este recorrido es el paseo por la carretera. |